Hay muchas maneras de decirle a nuestro cuerpo que es importante, que lo amamos, que lo respetamos y de hacerle percibir nuestras ganas de vivir. Una de las mejores maneras consiste en permitirle practicar aquello para lo que fue diseñado; el movimiento y la actividad física. Diversos estudios han demostrado que a través del ejercicio físico podemos estimular de forma directa los mecanismos de defensa de nuestro organismo que nos ayudan a luchar contra muchas enfermedades. El ejercicio físico hace que nuestra fisiología mejore en conjunto.
En primer lugar reduce la cantidad de tejido adiposo, el principal almacén de toxinas en los seres humanos. Cualquier forma de actividad física que nos sirva para reducir grasa, llevándose con ella su acumulación de sustancias contaminantes, es uno de los principales métodos para desintoxicar al organismo.
Por otra parte tonifica nuestros músculos y fortalece nuestros huesos. Esto es de suma importancia ya que ellos son los encargados del soporte, del movimiento y del sostén de nuestro organismo. Es lo que conocemos como sistema locomotor. La práctica regular de alguna actividad física disminuye el riesgo de lesiones, en parte por la fortaleza que desarrollan músculos, articulaciones y huesos. Pero también porque el ejercicio físico ayuda a mejorar nuestros reflejos y a tener mejor coordinación en cada uno de nuestros movimientos.
Además el ejercicio físico modifica nuestro equilibrio hormonal, al reducir el exceso de estrógenos y de testosterona. Esto es sumamente importante en el caso de querer reducir los riesgos de sufrir algún cáncer relacionado con la actividad de las hormonas, como es el caso del cáncer de mama, de útero, de ovarios, de testículos y el de próstata.
Por otra parte el ejercicio físico reduce nuestros niveles de azúcar en la sangre y por consiguiente nuestro riesgo de desarrollar diabetes. A la vez que también incrementa nuestra capacidad cardiaca y pulmonar; y nos ayuda a regular nuestros niveles de grasa en la sangre. Todo esto fundamental para tener un corazón sano y fuerte. Y como un plus extra, el ejercicio físico al igual que la meditación, posee un efecto directo en el sistema inmunológico, como si lo protegiera del estrés que se genera en las tareas cotidianas.
Aquí les dejo unos cuantos consejos sencillos que facilitarán la transición hasta esta nueva relación con nuestro propio cuerpo.
- Empezar lenta y suavemente: El ejercicio se puede realizar en cualquier parte, en todas partes. Y no es necesario querer empezar haciendo un montón, lo importante es convertirlo en un hábito y esto requiere práctica y tiempo. Así que amigas de Escaparate les aconsejo que no gasten toda su energía en una solo sesión, inicien con 20 minutos diarios y conforme vayan adquiriendo más condición vayan prolongando el tiempo y aumentando la intensidad.
- Practicarlo en grupo, tener compañero(a) de entrenamiento o entrenador personalizado: El hecho de no practicar el ejercicio sólo y contar con el apoyo de otras personas, supone una gran diferencia para seguir un programa. Esto nos ayuda a vencer la apatía, la falta de ganas y los pretextos; a la vez que nos orilla a hacerlo cada vez mejor y con más intensidad.
- Pasarlo bien: Es esencial elegir una actividad física que nos guste. Cuanto más entretenido sea el deporte más fácil será mantener la perseverancia.
Espero con esto haberlos motivado e inspirado para llevar una vida más activa y por consiguiente más saludable.
Yo me despido por que me voy a entrenar!!!